A mí me gustó, Espero que a tí también
Recomendación: Hacia Rutas Salvajes
Ay, ay, ay... A veces los espectadores que acudimos a los cines fallamos más que una escopeta de feria al elegir la película que vamos a ver. Sólo hay que mirar la lista de films más taquilleros de la historia para probarlo. Ahí están por ejemplo, la Alicia rancia de Tim Burton y Piratas del Caribe: en Mareas Misterioras. Claro, que la mayoría de las veces uno no cuenta con Johnny Depp para que él solito se guise y se coma el peso del proyecto.
Y no es que Hacia Rutas Salvajes no tenga una estrella que la apoye, ya que está dirigida por Sean Penn. El problema es que su cara no se ve en ningún momento y ya sabemos que si no hay dibujitos o ilustraciones, las revistas nos gustan menos.
Quizás no tenga nada que ver con el semifracaso que cosechó el actor de Cadena Perpetua con esta historia y para lo único que ha servido lo escrito hasta ahora haya sido para rellenar hueco. Me da igual la razón, lo que cuenta es que no mucha gente ha disfrutado de este relato único y sería un crimen no incluir Hacia Rutas Salvajes en esta sección.
Estrenada en 2008, aunque su repercusión en taquilla fue un poco escasa, la recepción crítica sí se mostró entusiasta e incluso la revista Empire la colóco en la lista de las 500 mejores películas de la historia. No nos volvamos locos tampoco con ese dato, que a saber que títulos había en esa lista.
Resulta curioso lo que puede nacer a partir de unas simples notas. Alguien en algún lugar queda encandilado por ellas (John Krakauer) y decide hacer una adaptación literaria. Quién le iba a decir a un tal Christopher McCandless que su vida sería adaptada a la gran pantalla después de fallecido. ¿Era famoso por algo en concreto? ¿Parte importante de la historia quizás? Ni una ni la otra. Todo lo que este joven americano hizo fue desviarse de una sociedad cuyas normas ya no le satisfacían.
La película nos cuenta la aventura en la que se embarca McCandless (un fantástico Emile Hirsch)después de graduarse en Historia y Antropología. Con 22 años decide abandonar su futuro profesional (y a su familia) para emprender un viaje por Estados Unidos que le llevará a atravesar Dakota del Sur, California y Arizona, entre otros lugares. Todo esto sin un duro en el bolsillo después de haber donado sus ahorros a caridad. Si nos quejamos cuando viajamos con dinero por no tener tanto como quisiéramos, hacerlo con los bolsillos más vacíos que los de Oliver Twist debe de ser frustrante.
Menos mal que por el camino irá conociendo a una serie de personas que le marcarán de un modo u otro antes de dirigirse hacia Alaska para vivir en plena naturaleza y alejado del mundanal ruido.
Podrás sentirte identificado o no con las decisiones que toma el protagonista, pero no se puede negar que es una visión melancólica (y un tanto utópica) de la vida. Querer alejarse de una sociedad tan encorsetada y compleja para vivir simplemente de la tierra y llenando tus pulmones de aire fresco, es muy bonito como teoría. Pero no en la práctica, y menos si te has criado entre asfalto y cristal, que te ponen delante de dos troncos a hacer fuego y no sabes ni por dónde empezar. De ahí los múltiples problemas con lo que tendrá que lidiar McCandless. Yo me veo durmiendo entre helechos y sin mi colchón viscoelástico Lo Mónaco y me da un patatús.
Si las dos horas y pico que dura Hacia Rutas Salvajes hubieran mostrado únicamente su supervivencia en la naturaleza, estaríamos hablando de un remake moderno de El Libro de la Selva. Por suerte no es el caso. Ahí está uno de los aciertos de Sean Penn, no dejar que ese espíritu de libertad se coma el argumento y acabe derivando en una aburrida historia de cómo un chaval vive en el bosque.
Y es que lo mejor del film son las escenas en las que McCandless comparte sus frustaciones y aspiraciones con las personas que se va encontrando. La ternura y delicadeza con las que el ex marido de Robin Wright aborda dichos encuentros es encomiable. Si todos tuviéramos la suerte encontrarnos gente tan maravillosa, otro gallo cantaría. Hal Holbrook, Kristen Stewart o Catherine Keener se ponen en la piel de algunas de esas personas y nos regalan instantes maravillosos ya de paso.
En cambio, a William Hurt y Marcia Gay Harden les toca bailar con la más fea, pues encarnan a los padres de McCandless. Mediante flashbacks descubrimos que ellos son el origen de los traumas y decepciones que afectan al protagonista. Puede que ésa sea la razón por la que éste se marcha sin dejar rastro ni avisar de su paradero. Es el turno de sufrir la ausencia de un retoño que no se ha dignado a despedirse.
Aquí radica una de las principales reflexiones del largometraje: ¿Se merece nadie la angustia de no saber que ha sido de su hijo, por muchos errores que se hayan cometido?
Lo más triste del asunto es saber que no hay un final feliz, que las emocionantes hazañas vividas tornan en un triste epílogo que nos muestra la fragilidad del ser humano, por muchas ilusiones que se tengan. La alegria de cumplir un sueño da paso a la angustia de ver que no es fácil sacarse las castañas del fuego. Cuatro meses después de asentarse en Alaska, en Agosto de 1992, una ingesta inoportuna de frutos y la consiguiente hambruna por falta de fuerzas, lleva a Christopher McCandless a la muerte.
Nunca sabremos realmente los detalles más precisos sobre la ruta que le llevó a un mundo completamente diferente al que había conocido. Pero nos quedan aquéllas notas que escribió en su odisea y seguro que mereció la pena.
En cambio, a William Hurt y Marcia Gay Harden les toca bailar con la más fea, pues encarnan a los padres de McCandless. Mediante flashbacks descubrimos que ellos son el origen de los traumas y decepciones que afectan al protagonista. Puede que ésa sea la razón por la que éste se marcha sin dejar rastro ni avisar de su paradero. Es el turno de sufrir la ausencia de un retoño que no se ha dignado a despedirse.
Aquí radica una de las principales reflexiones del largometraje: ¿Se merece nadie la angustia de no saber que ha sido de su hijo, por muchos errores que se hayan cometido?
Lo más triste del asunto es saber que no hay un final feliz, que las emocionantes hazañas vividas tornan en un triste epílogo que nos muestra la fragilidad del ser humano, por muchas ilusiones que se tengan. La alegria de cumplir un sueño da paso a la angustia de ver que no es fácil sacarse las castañas del fuego. Cuatro meses después de asentarse en Alaska, en Agosto de 1992, una ingesta inoportuna de frutos y la consiguiente hambruna por falta de fuerzas, lleva a Christopher McCandless a la muerte.
Nunca sabremos realmente los detalles más precisos sobre la ruta que le llevó a un mundo completamente diferente al que había conocido. Pero nos quedan aquéllas notas que escribió en su odisea y seguro que mereció la pena.
Yo soy de las que no se siente ni un poco identificada!! yo entiendo que el chico quiera desterrarse, pero no de esta manera tan autodestructiva, no lo compartooo!! :( ...al igual que el chico de "124 horas"! tampoco puedo con ese!! :D
ResponderEliminarA mi me gustó mucho, pero no me sorprendió. Está claro que a una biografía no se le puede pedir lo que no es, pero la peli es una historia más de furgoneta, carretera y utopía. Un constante guiño a la generación beat y al clásico On the Road de toda la vida, que, por cierto, se estrenará en breves y contará en el reparto con Kristen Stewart...normal, no hay otra en Hollywood que tenga esa capacidad para estar constantemente despeinada.
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