viernes, 10 de mayo de 2013

Recomendación: Número 9

A mí me gustó, espero que a tí también


Recomendación: Número 9

 




Los films de animación tienen la desgracia de ser considerados normalmente como películas menos insteresantes y/o dirigidas a niños. Por suerte, gracias a obras maestras como Ratatouille, Buscando a Nemo, Toy Story, Up o Monstruos S.A., hace tiempo que el público ha empezado a saber apreciarlas.

Pero claro, estamos hablando de proyectos surgidos de las entrañas de la todopoderosa y (también) maravillosa Pixar, cuya capacidad de márketing y promoción se comería hasta al mejor Don Draper. Justo todo lo contrario que le ocurrió en su día a Número 9, a pesar de estar producida por Tim Burton. Y eso que el famoso director aún no nos había martirizado con su versión de Alicia en el País de las Maravillas
Si la desventaja era grande, imaginaos cómo fue lanzar un largometraje basado en un corto tétrico y dirigido a un público adulto, a pesar de que fue nominado al Oscar. Vamos, que si no hubiera sido por el director de Big Fish, es probable que Numero 9 nunca hubiera tenido la oportunidad de debutar en la gran pantalla. 


Estrenada en España a principios de 2010, la cinta tuvo la mala suerte (para colmo de males) de competir con Avatar en los cines. ¿Qué pensáis que pasó? Pues qué os voy a contar que no sepáis ya. La vida de los Navi en Pandora se convirtió en la película más taquillera de todos los tiempos, mientras que Número 9 tuvo que conformarse con salvar los muebles y gracias. Beneficios, lo que se dice beneficios, más bien poquitos.

El encargado de alargar el argumento del cortometraje para convertirlo en un film de poco más de una hora de duración fue el artífice de éste, Shane Acker. Es de agradecer que hayan dejado al padre de dicho universo la tarea de convertir un relato corto en una odisea para las salas de cine. Al fin y al cabo, quién mejor que él para conocer su propia obra. Más dudas tengo de que Tim Burton se estuviera quietecito y no anduviera por allí aconsejando e intentando meter a Johnny Depp en alguna escena, por si colaba.

Ambientada en un futuro post-apocalíptico, el largometraje narra las desventuras de un grupo de muñecos de trapo (sé que suena extraño) creados por un científico con el propósito de salvar lo que queda de la humanidad, después de que las máquinas se alzaran contra nosotros y perdiéramos la batalla.

Para empezar, destaca lo cuidado del diseño en una producción con poco presupuesto comparado con las cifras que se manejan en este tipo de proyectos. Visualmente es fascinante y muy, muy original. No es preciosista pero si cuida muy mucho todos los detalles. Tanto, que no te paras a pensar que estás viendo a un puñado de muñecos que hablan y que están hechos de telas harapientas. Mientras escibo me doy cuenta de que contado así es para desconfiar aún más que cuando nos enteramos de que Kristen Stewart haría de Blancanieves y Charlize Theron de la madrastra.


Lo bueno es que al contrario que en aquélla ocasión, aquí nos sorprenden para bien y nos creemos lo que nos venden. Desde el principio uno siente interés por lo que está aconteciendo y curiosidad por lo que rodea a estos seres con nombre de número. Hay acción, emoción y aventura (sentido del humor, menos). Sorprende esa visión tan desesperanzadora y demoledora de nuestro futuro. No parece que haya solución, ya no queda nada. Incluso el guión se atreve a jugar (un poco por encima) con referencias a cierto dictador alemán y a mostrar las consecuencias que pudiera haber tenido si alguien así hubiera gobernado al resto. Alguien sin alma sólo es capaz de crear cosas sin alma. ¿Y quiénes no tienen alma? Las máquinas...
Cierto es que al final se hacen demasiadas concesiones al género y se pierde un poco la magia de una historia muy interesante. Pero lo que es un hecho es que nos lleva un paso, sino más adelante, si en otra dirección hacia una forma diferente de ver lo que somos. A parte de cuerpo tenemos alma y es ella la que nos mueve, no el primero. Mientras nuestro alma permanezca intacta, hay esperanza.

Un apartado del que nunca se habla y puede resultar determinante es el doblaje. Personalmente soy de los que opina que es demasiado snob querer ver cintas de animación en versión original. ¿Se pierde acaso la interpretración del dibujo?
Por suerte, en esta ocasión no están ni Fernando Tejero o Mercedés Milá (El espantatiburones) ni Belén Rueda o Alexis Valdés (Madagascar) para hacer que uno se quiera arrancar los oídos de cuajo.

Así que no os dejéis engañar por su factura, a priori, poco ostentosa y artesanal, ni por tratarse de un film animado. Dentro de Número 9 hay mucho más de lo que tus ojos ven... 




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