La sombra de Perdidos es alargada
Crítica: Fin
Parece que se está poniendo de moda eso de contar una historia con principio, nudo y… ¡y ahí te quedas!. Claramente, la serie de tv más famosa de la última década tiene que mucho que ver.
El
comienzo de Fin es de esos que se
toman su tiempo para presentarte a los personajes. Durante los primeros 25
minutos asistimos a una reunión de amiguetes que se reúnen después de muchos
años sin verse. Saldrán a la luz viejas rencillas, antiguas relaciones, alguna
historia turbia que otra…
Poco
hay que reprocharle a esta primera parte del film, la verdad. Los actores están
bastante comedidos y el reencuentro se desarrolla de forma muy natural. Incluso
Andrés Velencoso consigue no
chirriar demasiado al lado de las estupendas Maribel Verdú y Clara Lago. Todos
los intérpretes, por corta que sea su intervención en pantalla, tienen su
momento de gloria. Incluso Blanca Romero, quien parece que se atiborra de somníferos
antes de actuar.
Además,
la fotografía es excelente y los efectos especiales, aceptables (hay que
mejorar ese león, eso sí).
Después
de este prólogo, que bien podría ser un resumen de la vida de cualquiera de
nosotros (lo que la hace más cercana), algo inesperado sucede. El cielo se
ilumina y todos los aparatos eléctricos se paran. Y Menos mal, porque si no
fuera así estaríamos viendo Lost in
translation, es decir, una película en la que no pasa nada.
Poco
más se puede explicar del argumento sin destriparos cosas que no hayan
destripado ya los tráilers, para qué nos vamos a engañar. Pero la frase de su
póster promocional “No quedará nadie” es bastante explícita.
A
partir del instante en el que lo sobrenatural hace acto de presencia; o te
dejas llevar y aceptas lo que está aconteciendo o se te hace muy cuesta arriba
la trama. Yo elegí la primera opción (ya que me había dejado los cuartos en la
taquilla del cine), pero entiendo que una parte del público se pregunte: ¿qué
tomadura de pelo es ésta?, me estáis vacilando ¿no?.
Te
guste Fin o no, se echa en falta una
explicación o al menos una razón, por mínima que sea, para todo lo que estás
viendo. Aunque como decía un amigo mío, es bastante probable que las respuestas
que te ofrecieran fueran ridículas; y entonces sería peor el remedio que la
enfermedad. A veces es mejor que uno saque sus propias conclusiones.
Dejando
de lado su desenlace inexistente y alguna escena sonrojante con bicis de por
medio, la película te hace pasar un rato entretenido. Que compense o no el
precio de la entrada depende de cada uno.
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